A trabajar
Hoy en Código arrumbado Sergio Aguayo recuerda la ceremonia de toma de posesión del Presidente en el 2000, y con ella una serie de principios que el titular del Ejecutivo Federal se comprometió a seguir. La columna la desarrolla a partir del Código de Ética que adoptó para su administración. Tras un muy breve recorrido sobre algunos eventos/temas que resalta del sexenio:
La lección es amarga pero educativa: en México resulta insuficiente tener la razón si se carece de la fuerza, de la organización y de los recursos para pelear por lo considerado justo o deseable.
Esta generalización que, por supuesto, acepta las excepciones es de aplicación general porque, independientemente de por quiénes votemos para Presidente, senador o diputado (y, en el caso de los capitalinos, jefe de Gobierno, asambleísta y delegado), carecemos de garantías de que los gobernantes cumplirán con sus compromisos o se inspirarán en el bien común, en el sentido común o en lo racional.
Entre los aspectos positivos, que los hay, estaría la existencia de espacios e instituciones para pelear por lo que cada quien crea; falta interiorizar que las elecciones son insuficientes para obtener las mieles democráticas que requieren de una participación ardua y cotidiana. Nadie nos va a regalar nada.
Y coincido con el ánimo de la miscelánea:
¡Finalmente termina la campaña más larga, costosa y lodosa de nuestra historia! ¡Aleluya!
La lección es amarga pero educativa: en México resulta insuficiente tener la razón si se carece de la fuerza, de la organización y de los recursos para pelear por lo considerado justo o deseable.
Esta generalización que, por supuesto, acepta las excepciones es de aplicación general porque, independientemente de por quiénes votemos para Presidente, senador o diputado (y, en el caso de los capitalinos, jefe de Gobierno, asambleísta y delegado), carecemos de garantías de que los gobernantes cumplirán con sus compromisos o se inspirarán en el bien común, en el sentido común o en lo racional.
Entre los aspectos positivos, que los hay, estaría la existencia de espacios e instituciones para pelear por lo que cada quien crea; falta interiorizar que las elecciones son insuficientes para obtener las mieles democráticas que requieren de una participación ardua y cotidiana. Nadie nos va a regalar nada.
Y coincido con el ánimo de la miscelánea:
¡Finalmente termina la campaña más larga, costosa y lodosa de nuestra historia! ¡Aleluya!
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